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Capítulo 18:
Había una hermosa y agradable brisa cálida que jugaba con el pelo de Fionna. El rumor de las hojas y el sonido de algunos animales era lo único que podía escucharse. Suspiró aliviadamente. La paz era algo que rara vez sintió en su vida, y sabía que tenía que disfrutar esa tranquilidad que sentía en el momento. Ella observaba desde las sombras como el sol se iba escondiendo detrás de las altas montañas del Reino de Hielo.
Miró un segundo el castillo, pero recordó que ya ninguna amenaza vivía allí. La Reina Helada se había llevado a Gumball lejos de este lugar, y ahora el Reino lo habitaban pingüinos que no sabían qué le había pasado a su reina. Ella se rió en voz baja. Probablemente ni siquiera sabían que ella era una reina. Se quitó el recuerdo de la memoria, no había por qué recordar cosas que sucedieron un año y medio atrás.
El sol por fin desapareció, dejando solo algunos rayos de color naranja que luego se convirtieron de color rojo, a rosa, después morado, luego un azul claro, hasta que terminaron en un azul oscuro, donde las estrellas y la luna se adueñaron del cielo. Ella salió de las sombras, y se puso al aire fresco de la noche. Amaba el olor fresco de la noche. Se estremeció un poco cuando otra brisa la envolvió.
“Es lindo.” Susurró mientras disfrutaba el hermoso sonido de los grillos junto con los del búho.
“¿Qué es lindo?” Preguntó una voz masculina. Pero esa dulce voz la hizo darse vuelta.
Ella sonrió aún más al verlo a él, y extendió su mano. Él la aceptó y suavemente la rodeó con sus brazos, acunándola en su pecho.
“Esto es lindo.” Dijo sonriendo.
Él rió un poco. “Yo quería saber qué era lindo antes que dijeras que esto era lindo.”
Ella se rió también. “La noche. Me gusta. Las suaves brisas que vienen y van, los animales haciendo ruidos silenciosos que de alguna manera se transforman en música, el cielo iluminado por la luna y las estrellas. Cómo todo es tan lindo, tan agradable.” Concluyó ella.
Otra brisa comenzó a fluir, e hizo a Fionna estremecerse.
“Cómo hace sentir frío a alguien.” Dijo riendo.
Fionna se acurrucó más cerca de él. “Ya no.”
Podía sentir sus labios ensancharse mientras él sonreía en su pelo. Estuvieron en silencio por un momento y luego, sin tener que decir nada, volvieron a entrar a la casa, tomados de la mano.
Se sentaron en el sofá, que ahora sí era cómodo ya que habían decidido comprar uno nuevo, y tuvieron una pequeña charla, pero no conversaban de verdad, sólo de las cosas que eran irrelevantes en sus vidas, nada que realmente despertara sus intereses. Sólo seguían hablando porque querían escuchar la voz del otro.
A veces se hacían bromas, que daban lugar a una cadena de burlas, o a una guerra de cosquillas. Pero con el tiempo se asentaban en momentos de tranquilidad donde jugaban con el cabello del otro. De vez en cuando se daban un tierno beso en los labios. Nada muy extravagante.
“¿Pasó algo interesante hoy?” Preguntó ella, con la cabeza en su pecho. Esta era una pregunta común, ya que desde que Fionna se había unido a su vida había tomado enserio sus responsabilidades como rey, pero eso no significaba que pasaba menos tiempo con ella. Al contrario, cuando volvía ella sabía que lo tenía para ella misma.
“Mm, no mucho.” Dijo mientras trenzaba el cabello de Fionna. La conversación solía terminar ahí, pero esta noche condujo a otra cosa.
“¿Tú mamá todavía quiere que nos mudemos allí?” Preguntó ella mirándolo a los ojos.
“No me dijo nada últimamente, pero supongo que sí.” Respondió encogiéndose de hombros. “Pero esa decisión siempre dependerá de ti.”
“Sí… Ya lo sé. Pero, ¿Qué quieres que haga?” Preguntó apartando la mirada de él, aunque ya sabía la respuesta que le iba a dar.
“Quiero estar contigo hasta el fin de la eternidad.” Respondió.
Ella sonrió ya que tenía razón, eso era justamente lo que iba a decir. Habían discutido esto muchas veces y él siempre respondía con la misma frase. Hoy, en vez de dejar que la conversación termine ahí, decidió seguirla para ver sus verdaderos sentimientos, y los cubrió con la frase habitual. “Tengo muchas ganas de saber lo que quieres hacer. Sé que la decisión depende de mí, pero quiero saber qué piensas tú.”
Él suspiró y tomó la cara de Fionna, haciendo que lo mire. “Me fui por una razón, pero creo que eso no responde a tu pregunta ¿Eh?” Dijo él.
Ella simplemente sonrió. Sabía que él había hecho las paces con su madre y ahora tenían una mejor relación.
“Bueno…” Empezó. “No me molestaría en absoluto volver, pero personalmente me gusta mucho más estar aquí. La tranquilidad de nuestro hogar, aunque no es muy seguro ya que cualquiera puede entrar.”
Ella rió. “Sabes perfectamente que puedo cuidarme sola.”
Él también rió, sabía que ella podía, pero él tenía otra escena en mente. “Bueno… ¿Qué pasará en el futuro cuando… Digamos que, un chiquitito quiera unírsenos?” Estarías en una situación difícil.”
Ella se sonrojó. “¿Estás diciendo que, nos vamos solo por ese tiempo y luego volvemos?”
Él asintió. “Yo quiero que él o ella crezca en este ambiente tranquilo, no en el lugar adyacente al infierno.”
“No creo que sea tan malo.” Dijo ella. “Olvidas que fui allí donde conocí a la muerte. No era tan malo.”
“Claro, excepto cuando los muertos trataron de comer tu carne, ¿No?” Dijo riéndose.
“Es diferente ahora. Mi carne no es exactamente carne, carne.” Dijo examinando su piel pálida de un tono gris claro, que sólo parecía azul si la mirabas muy de cerca.
Él lo consideraba un poco. “Supongo que tienes razón, pero todavía no me gusta la idea de que estés aquí sola. No es como si Cake pudiera venir todos los días.”
“Sé que ella tiene su propia vida ahora.”
“Tú pediste mi opinión Fi.”
“Lo sé.”
“¿Entonces…?”
“Me parece bien.”
“No tenemos que olvidar- Espera, ¿Qué?”
Ella se rió. “Maduraste.”
Él frunció el ceño.
“¡Te estás volviendo viejo!” Dijo riéndose aún más fuerte que antes.
Él volvió a fruncir el ceño con una expresión de disgusto.
“Estoy bromeando. Pero es cierto que te pusiste más atento, más preparado.” Dijo acariciando su mejilla.
“¿No te molestaría ir entonces porque…?” Preguntó.
“Porque sería lindo tenerte ahí cuando te necesito.” Respondió.
“Bien-Espera, ¿Cuándo?” Preguntó de nuevo, mirándola fijamente.
Ella solo sonrió, sin decir ni una palabra.
“¿Quieres decir que…?”
Ella asintió con la cabeza.
“¿Enserio?”
Ella sonrió. “Sí.”
Él pasó sus brazos alrededor de ella, totalmente encantado. Ella rió, y pasó sus brazos alrededor de su cuello.
“¿Desde cuándo?” Preguntó, empujándola hacia atrás para poder mirarla. No podía creer la noticia que acababa de darle.
“Lo sospechaba desde hace unos días, por los síntomas y eso, pero no estaba segura.” Respondió.
“¿Lo estás ahora?”
Ella se mordió el labio y se ruborizó. Sabía que no tenía que decirlo en voz alta, ya que la emoción en sus ojos decían todo, pero de todas maneras hablaba. “Cien por ciento segura.”
Él la encerró en sus brazos de nuevo, y luego llevó estos hacia la panza de Fionna. “No puedo esperar.” Murmuró, y luego la besó.
Ella casi podía saborear su felicidad mientras sus labios se movían con los suyos, casi podía escuchar el latido inexistente de su corazón, podía sentir la sonrisa en su boca, podía oler la alegría que irradiaba de él. Y ya podía ver a los tres, sonriendo felizmente, tomados de la mano, por siempre juntos.
“Te amo Fi.”
“Y yo a ti Marsh.”
~FIN~
Había una hermosa y agradable brisa cálida que jugaba con el pelo de Fionna. El rumor de las hojas y el sonido de algunos animales era lo único que podía escucharse. Suspiró aliviadamente. La paz era algo que rara vez sintió en su vida, y sabía que tenía que disfrutar esa tranquilidad que sentía en el momento. Ella observaba desde las sombras como el sol se iba escondiendo detrás de las altas montañas del Reino de Hielo.
Miró un segundo el castillo, pero recordó que ya ninguna amenaza vivía allí. La Reina Helada se había llevado a Gumball lejos de este lugar, y ahora el Reino lo habitaban pingüinos que no sabían qué le había pasado a su reina. Ella se rió en voz baja. Probablemente ni siquiera sabían que ella era una reina. Se quitó el recuerdo de la memoria, no había por qué recordar cosas que sucedieron un año y medio atrás.
El sol por fin desapareció, dejando solo algunos rayos de color naranja que luego se convirtieron de color rojo, a rosa, después morado, luego un azul claro, hasta que terminaron en un azul oscuro, donde las estrellas y la luna se adueñaron del cielo. Ella salió de las sombras, y se puso al aire fresco de la noche. Amaba el olor fresco de la noche. Se estremeció un poco cuando otra brisa la envolvió.
“Es lindo.” Susurró mientras disfrutaba el hermoso sonido de los grillos junto con los del búho.
“¿Qué es lindo?” Preguntó una voz masculina. Pero esa dulce voz la hizo darse vuelta.
Ella sonrió aún más al verlo a él, y extendió su mano. Él la aceptó y suavemente la rodeó con sus brazos, acunándola en su pecho.
“Esto es lindo.” Dijo sonriendo.
Él rió un poco. “Yo quería saber qué era lindo antes que dijeras que esto era lindo.”
Ella se rió también. “La noche. Me gusta. Las suaves brisas que vienen y van, los animales haciendo ruidos silenciosos que de alguna manera se transforman en música, el cielo iluminado por la luna y las estrellas. Cómo todo es tan lindo, tan agradable.” Concluyó ella.
Otra brisa comenzó a fluir, e hizo a Fionna estremecerse.
“Cómo hace sentir frío a alguien.” Dijo riendo.
Fionna se acurrucó más cerca de él. “Ya no.”
Podía sentir sus labios ensancharse mientras él sonreía en su pelo. Estuvieron en silencio por un momento y luego, sin tener que decir nada, volvieron a entrar a la casa, tomados de la mano.
Se sentaron en el sofá, que ahora sí era cómodo ya que habían decidido comprar uno nuevo, y tuvieron una pequeña charla, pero no conversaban de verdad, sólo de las cosas que eran irrelevantes en sus vidas, nada que realmente despertara sus intereses. Sólo seguían hablando porque querían escuchar la voz del otro.
A veces se hacían bromas, que daban lugar a una cadena de burlas, o a una guerra de cosquillas. Pero con el tiempo se asentaban en momentos de tranquilidad donde jugaban con el cabello del otro. De vez en cuando se daban un tierno beso en los labios. Nada muy extravagante.
“¿Pasó algo interesante hoy?” Preguntó ella, con la cabeza en su pecho. Esta era una pregunta común, ya que desde que Fionna se había unido a su vida había tomado enserio sus responsabilidades como rey, pero eso no significaba que pasaba menos tiempo con ella. Al contrario, cuando volvía ella sabía que lo tenía para ella misma.
“Mm, no mucho.” Dijo mientras trenzaba el cabello de Fionna. La conversación solía terminar ahí, pero esta noche condujo a otra cosa.
“¿Tú mamá todavía quiere que nos mudemos allí?” Preguntó ella mirándolo a los ojos.
“No me dijo nada últimamente, pero supongo que sí.” Respondió encogiéndose de hombros. “Pero esa decisión siempre dependerá de ti.”
“Sí… Ya lo sé. Pero, ¿Qué quieres que haga?” Preguntó apartando la mirada de él, aunque ya sabía la respuesta que le iba a dar.
“Quiero estar contigo hasta el fin de la eternidad.” Respondió.
Ella sonrió ya que tenía razón, eso era justamente lo que iba a decir. Habían discutido esto muchas veces y él siempre respondía con la misma frase. Hoy, en vez de dejar que la conversación termine ahí, decidió seguirla para ver sus verdaderos sentimientos, y los cubrió con la frase habitual. “Tengo muchas ganas de saber lo que quieres hacer. Sé que la decisión depende de mí, pero quiero saber qué piensas tú.”
Él suspiró y tomó la cara de Fionna, haciendo que lo mire. “Me fui por una razón, pero creo que eso no responde a tu pregunta ¿Eh?” Dijo él.
Ella simplemente sonrió. Sabía que él había hecho las paces con su madre y ahora tenían una mejor relación.
“Bueno…” Empezó. “No me molestaría en absoluto volver, pero personalmente me gusta mucho más estar aquí. La tranquilidad de nuestro hogar, aunque no es muy seguro ya que cualquiera puede entrar.”
Ella rió. “Sabes perfectamente que puedo cuidarme sola.”
Él también rió, sabía que ella podía, pero él tenía otra escena en mente. “Bueno… ¿Qué pasará en el futuro cuando… Digamos que, un chiquitito quiera unírsenos?” Estarías en una situación difícil.”
Ella se sonrojó. “¿Estás diciendo que, nos vamos solo por ese tiempo y luego volvemos?”
Él asintió. “Yo quiero que él o ella crezca en este ambiente tranquilo, no en el lugar adyacente al infierno.”
“No creo que sea tan malo.” Dijo ella. “Olvidas que fui allí donde conocí a la muerte. No era tan malo.”
“Claro, excepto cuando los muertos trataron de comer tu carne, ¿No?” Dijo riéndose.
“Es diferente ahora. Mi carne no es exactamente carne, carne.” Dijo examinando su piel pálida de un tono gris claro, que sólo parecía azul si la mirabas muy de cerca.
Él lo consideraba un poco. “Supongo que tienes razón, pero todavía no me gusta la idea de que estés aquí sola. No es como si Cake pudiera venir todos los días.”
“Sé que ella tiene su propia vida ahora.”
“Tú pediste mi opinión Fi.”
“Lo sé.”
“¿Entonces…?”
“Me parece bien.”
“No tenemos que olvidar- Espera, ¿Qué?”
Ella se rió. “Maduraste.”
Él frunció el ceño.
“¡Te estás volviendo viejo!” Dijo riéndose aún más fuerte que antes.
Él volvió a fruncir el ceño con una expresión de disgusto.
“Estoy bromeando. Pero es cierto que te pusiste más atento, más preparado.” Dijo acariciando su mejilla.
“¿No te molestaría ir entonces porque…?” Preguntó.
“Porque sería lindo tenerte ahí cuando te necesito.” Respondió.
“Bien-Espera, ¿Cuándo?” Preguntó de nuevo, mirándola fijamente.
Ella solo sonrió, sin decir ni una palabra.
“¿Quieres decir que…?”
Ella asintió con la cabeza.
“¿Enserio?”
Ella sonrió. “Sí.”
Él pasó sus brazos alrededor de ella, totalmente encantado. Ella rió, y pasó sus brazos alrededor de su cuello.
“¿Desde cuándo?” Preguntó, empujándola hacia atrás para poder mirarla. No podía creer la noticia que acababa de darle.
“Lo sospechaba desde hace unos días, por los síntomas y eso, pero no estaba segura.” Respondió.
“¿Lo estás ahora?”
Ella se mordió el labio y se ruborizó. Sabía que no tenía que decirlo en voz alta, ya que la emoción en sus ojos decían todo, pero de todas maneras hablaba. “Cien por ciento segura.”
Él la encerró en sus brazos de nuevo, y luego llevó estos hacia la panza de Fionna. “No puedo esperar.” Murmuró, y luego la besó.
Ella casi podía saborear su felicidad mientras sus labios se movían con los suyos, casi podía escuchar el latido inexistente de su corazón, podía sentir la sonrisa en su boca, podía oler la alegría que irradiaba de él. Y ya podía ver a los tres, sonriendo felizmente, tomados de la mano, por siempre juntos.
“Te amo Fi.”
“Y yo a ti Marsh.”
~FIN~
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